Precio y valor (1)

Me estoy leyendo un libro sobre Marcel Duchamp. Es a la vez un libro de Marcel Duchamp, porque lo ha escrito él. Un epistolario sobre arte. En él encontramos una carta a Walter Pach con un tema sorprendente:

"Siempre en referencia a Jeune homme triste dans un train, naturalmente me ha transtornado el precio que decidió y no he querido discutirlo, dejándole todo el derecho de atribuirle un valor.
En su carta me reserva, sobre 3.500 dólares, un 20%, es decir, 700 dólares, y aprecio mucho su razonamiento.
¿Podría suprimir este 20% y reducir el importe de su parte a una cantidad de entre 2.000 y 2.500 dólares?
Yo estaría perfectamente satisfecho con 100 dólares añadidos a esta suma."(1)

Si bien es cierto que Duchamp propuso esto a Pach para que Walter Arensberg pudiese comprar este cuadro, no deja de sorprenderme que un artista renuncie a un mayor precio por su obra. Claro que eran otros tiempos, pero no fué la única vez que Duchamp tuvo un planteamiento de limitación del beneficio económico con respecto al comercio del arte. Calvin Tomkins, en su biografía sobre Duchamp, nos cuenta cómo Duchamp comerció con pequeñas esculturas de Brancusi durante años, vendiendo una de vez en cuando, no aceptando como comisión más de un 10% del precio de venta.

El gran Marcel en otra de sus pasiones


Últimamente pienso bastante en la relación que existe entre valor y precio. Vivimos en una sociedad que admira sobre todo el precio y lo identifica con el valor. Bien pensado es lo lógico, en una sociedad ideal valor y precio tendrían que equivaler. En una sociedad ideal que a la vista está que no existe. En muchos ámbitos valor y precio no coinciden.

Siempre que valor y precio no coinciden se produce una situación injusta, porque o bien se sobrevalora o bien se infravalora algo. Y el arte no es una excepción. Muy al contrario en el Arte se puede ver esta situación con claridad, sobre todo en la sobrevaloración, el consiguiente sobreprecio y la fascinación que eso nos causa: Fascinación/repulsa o fascinación/adoración.  El sobreprecio nos fascina más incluso que lo sobrepreciado. No es dificil encontrar en Internet una lista del Top Ten de lo más caro en escultura o en pintura, del Top Ten de los vivos y de los muertos, de los clásicos y los contemporaneos.

Picasso, uno de los Top Ten por excelencia


No es un tema fácil, pero para empezar estableceremos esta diferencia: Valor y precio no son  lo mismo. El valor que se atribuye a una obra de arte tendría que ver con su importancia significativa como artefacto cultural. Tendría que ver con su densidad significativa, con su capacidad metáforica con respecto a la esencia que nos define como humanos.
El precio responde a la inclusión de cada objeto concreto que produce el arte en una economia de mercado. Teóricamente hay una correlación entre el precio pagado y el valor atribuido. Pero el valor atribuido ¿A qué responde?

Pensar en esta relación entre valor y precio es algo que -imagino- todo  artista hace. Esto puede tener tintes muy biográficos, porque puede que un artista piense en este tema solo en ciertos aspectos, los propios que atañen a su profesionalización, esto es, que valor y que precio tienen su arte. En el caso en el que el artista  quiera dedicarse profesionalmente al arte ha de pensar en el precio de su trabajo, y puede que su interés en este tema se quede en eso y en los conflictos que se pueden derivar de ello.
Básicamente uno se ha de responder ¿Cuánto vale mi obra? Y es habitual que el artista novel conteste imponderadamente, y se sobrevalore o infravalore sin darse demasiada cuenta de ello, guiado por arrebatos extremos de orgullo o humildad.

 También habrá quienes busquen a su CV una equivalencia de mercado, y se comparen a otros artistas similares preguntandose ¿Cuanto cobran ellos?  O quienes, conscientes de lo subjetivo de esta cuestión, imiten estrategias de autoatribución de precio semejantes a las usadas por artistas contemporaneos como Jeff Koons, que contrató a una agencia de publicidad para que lo promocionase.( Esto es fácil de entender. Menos fácil de entender es que a uno también le atañen estas conductas en sus aspectos éticos.)

Una de las esculturas hinchables de Koons

Pero lo que piensen los artistas es solo una parte, y una parte interesada. Habría quizá que mirar a otro lado para obtener una perspectiva más amplia. Con este fin es útil releer a Robert Hughes en uno de sus ensayos.El ensayo al que me refiero está publicado en el nº 130 de la Colección Argumentos de la editorial Anagrama(1). Se titula "Arte y Dinero" y ya el título nos indica que Hughes explora el mismo tema que nos ocupa en esta entrada. Este texto es en realidad una conferencia dada por Hughes en la Universidad de Chicago en 1984, hace ya 29 años.

Robert Hughes


Leer este ensayo produce una sensación curiosa, cercana al estupor. Hughes se pregunta si en su actualidad -que ya no podemos decir que sea la nuestra- los precios del arte no serán demasiado altos, si realmente no se habrán sobrevalorado muchas obras o artistas y si eso no tendrá un fin brusco, como es habitual que pase con las burbujas inflacionarias. Aun más ¿Es bueno o es malo para el arte todo ese flujo de dinero? ¿Favorece el talento, favorece la cantidad de grandes genios? ¿Ya hubo en el pasado obras de arte con precios que pudiesen ser equiparados a los de finales del siglo XX? ¿Qué pensar ante esto?
 Hughes trata de comparar los precios del pasado con los del presente, o cómo en el pasado se valoraba que alguien pagase una gran suma por un cuadro y cómo se valora ahora. Los precios que en ese momento, 1984, Hughes da como límites infranqueables para objetos artísticos tipo cuadros -10 millones de dolares- han quedado amplísimamente superados, hasta el punto de parecer rídiculos. Además Hughes, aunque advirtiendo que un crítico no es un adivino, pronosticó un declive del mercado del arte que tendría que haber sucedido a finales de siglo XX. Me imagino que sobre esto debió escribir algo en este siglo, reconsiderando su postura.

Otro autor que también explora la relación entre valor y precio es Don Thompson en su libro "El tiburón de doce millones de dolares" , al que en alguna ocasión ya me he referido. Os pongo un enlace a otro blog donde se comenta el tema aquí.

Thompson se centra mucho en los precios, y en cómo estos influyen en el valor. En su libro nos explica cómo el precio es usado como argumento para demostrar el valor de una pieza, y qué estrategias sigue el mercado del arte para aumentar los precios sin parar, sin ningún límite. Se podría decir que Thompson tiene una postura pragmático/subjetiva a este respecto. El valor es difícil de percibir, el precio no. Pero ¿Quién sigue a quien? Creo que esto, y lo que yo pienso, lo dejaré para una segunda parte.

 Para acabar esta entrada quiero felicitar a los promotores de un nuevo foro de arte que ya está en la Red, Leo Rodriguez, Dolores Cano y Braulio Medina. Como dice una amiga, nunca hay suficiente arte. Están dando sus primeros pasos, os dejo el enlace por si quereis echarle un vistazo:

http://arteforoxxi.nuevoforo.com/foro.html


También os dejo un enlace a un texto que sobre mi obra ha hecho la crítica de arte Anna Adell, cuestión que viene al caso de esta entrada como podreis apreciar:

 http://blog.setdart.com/?p=3209


Y por último, que hacía tiempo que no lo hacia, unos minutos musicales con los Beach Boys, para despejarnos un poco y ponernos de buen humor:










(1)Duchamp,Marcel. Cartas sobre el arte 1916-1956 . Editorial Elba. pag. 28.

(2)Tomkins, Calvin. Duchamp Editorial Anagrama. No pongo la página porque aquí cito de memoria.

(3)  Hughes, Robert.  A toda crítica (1992) Editorial Anagrama.  Arte y Dinero, pags. 449-469.










Comentarios

  1. Muy interesante el artículo que has puesto. Además darte las gracias por participar de este nuevo foro de arte, ARTEFORO XXI en el que esperamos crear una rica y variada comunidad de artistas plásticos y aficionados al arte. Saludos.

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