Entrevista a Jeffrey Swartz, crítico de arte, sobre la iniciativa de Tallers Oberts, su origen y motivación


 Este mes está teniendo lugar en Barcelona un evento llamado Tallers Oberts. Durante 4 fines de semana consecutivos en 4 barrios de Barcelona es posible visitar talleres de artistas. Cada fin de semana es en un barrio distinto. El primer fin de Semana fue en el barrio del Poble Sec, el segundo en el de Ciutat Vella, el tercero, que es este fin de semana, en el de Poble Nou, y el cuarto será la semana que viene en el barrio de Gracia. Tenéis toda la información aquí. Como sabéis yo participé la semana pasada, ya que mi taller está en Ciutat Vella. Y no es la primera vez que participo. De hecho hace ya más de una década que lo hago. Durante todo este tiempo ha habido cambios, algunos grandes, de organización, otros pequeños, como los de horario. Ha habido años de iniciativas diversas, y muchos artistas que participaron durante unos años, otros más persistentes y algunos solo un año. En mi condición de veterano a menudo me he preguntado cuales fueron los orígenes, porque se da la circunstancia de que el primer año en el que participé – en el 2000 creo- ya habían habido cambios muy significativos de los que había oído hablar, pero muy vagamente. Es por eso que decidí ponerme en contacto con alguien de la primera etapa, alguien que hubiese pertenecido al primer motor de Tallers Oberts. Un participante de las primeras ediciones me dio un nombre: Jeffrey Swartz.

Jeffrey Swartz es crítico de arte, comisario y educador en el campo del arte contemporáneo. Podéis encontrar información sobre sus diversas actividades profesionales en su Web:

Así que Jeffrey apareció un día por el taller y tuvimos una conversación muy interesante sobre los orígenes y el sentido inicial de Tallers Oberts. Estas son las preguntas que le hice y sus respuestas:



Tomás:- En 1993 surgió la iniciativa Tallers Oberts.  Tú figuras como uno de los organizadores o promotores. ¿Cuál fue tu papel en este inicio?

Jeffrey:-Si, Tallers Oberts empezó como un grupo de personas que no sé como llegamos a coincidir juntos, que éramos Menchu Graña, artista que trabaja todavía en Barcelona, Mario Galindo, que es diseñador gráfico de Honduras, y sigue todavía en el barrio; Art Larson, el artista estadounidense, Roberto Coromina, el pintor que ahora ha vuelto a España desde los EEUU; Francesc Gorgues, que fue la persona que hizo el primer plano y montó la primera página Web de Tallers Oberts, en una de las versiones primeras del World Wide Web... y era innovador en su aportación gráfica; y yo… y después creo que había alguna otra persona ese primer año, Patricia Soler e incluso quizás Oriol Font.
 Nos reunimos en un taller en la calle Sant Erasme, y salió la idea de abrir los talleres. Yo tenía ciertas referencias de Canadá, de Vancouver donde lo había visto, como una cosa estándar, típica,  que hacían los artistas que no entraban en el circuito de galerías por un lado, o los artistas más jóvenes que no llegaban todavía.
En esa época aquí en Barcelona vivimos una coyuntura muy específica.  Hasta el 92 hubo crecimiento económico y los artistas se metían de inmediato en el mecanismo de intentar encontrar una exposición, una galería, después hacer un catálogo, después ya saltar a la Sala Montcada o el Espai 13 de la Fundación Miró, de allí a alguna muestra colectiva en un museo, a una galería más potente. Era como una curva ascendente. 
Y no había nada alternativo en esos momentos, no había auto-iniciativa, los artistas casi regalaban toda la iniciativa a las jerarquías ya establecidas del mercado o la institución... Entonces llegó el año 1993, el año después de los juegos, y hay el bajón post olímpico, pero también el bajón económico, porque había una recesión internacional, que a España llegó tarde gracias a las olimpiadas y a la exposición internacional de Sevilla. Barcelona y Sevilla nos ayudaron a resistir. Y este momento es muy interesante, porque surge mucha auto-iniciativa, ya a finales del 92, pero sobre todo en el 93, 94 y 95 hay muchas actividades en Barcelona que empiezan entonces (e incluso siguen algunas, como Ovni, el festival de video independiente; Propost y sus antecedentes en la poesía hablada; las coreografías de La Porta, Conservas de Simona Levi—hasta se podría decir que Sònar emerge de ese contexto). Así que surgen iniciativas en muchos campos culturales, porque ese bajón económico obligó a reflexionar sobre cómo íbamos a llevar el tema cultural, si íbamos los creadores a seguir cediendo toda la iniciativa. Es una coyuntura muy interesante a la que Tallers Oberts pertenece como una pequeña parte, una pequeña pieza de ese cambio.

T:-En tu artículo sobre “El declive de la producción artística en el Raval de Barcelona” -en el catálogo de Hospital 106, 4rt, 1ª el proyecto de Isabel Banal y Jordi Canudas- , te refieres a un tipo de barrio y de situación de desuso de talleres industriales al que el Raval más o menos respondía ¿Teníais también algún modelo como punto de partida para el evento Tallers Oberts?

J:-Creo que es un modelo que viene en parte de lo que se ha escrito y observado sobre barrios de artistas, el caso clásico es el Soho en Manhattan, y en Canadá existía un caso similar, en Toronto, que era Queens Street West, no tan interesante pero parecido: un barrio artístico o cultural, que después se llena de artistas, y después vienen los bares, los cafés y los restaurantes, y alguna tienda de moda, entonces suben los precios y pasa eso que en ingles se llama “gentrification”, ahora este término se usa también en castellano –gentrificación- y se refiere a como la clase media transforma barrios en barrios artísticos, y al papel de la cultura en este proceso, que también significa la subida de alquileres o de precios… Soho sigue siendo el mejor ejemplo. En parte es barrio de artistas, barrio cultural, pero al final solo quedan tiendas, y todo lo artístico se desplazó a Chelsea, pero tampoco Chelsea es barrio de artistas, es barrio de galerías,  porque la opción para los artistas fue Williamsburg, y ahora mismo se desplazan más hacia el Este, en Brooklyn, después de décadas de no querer salir de Manhattan, cada vez se van más hacia el Este.

T:-Claro, pero esto es por una cuestión económica ¿no?

J:-Sí, es una cuestión económica, porque la especulación inmobiliaria consume mucho y es muy  totalizante, mientras que aquí en el Raval hay un punto de diferencia importante. Aunque  hay esta presión urbanística, sigue siendo uno de los barrios más económicos de Barcelona, y aunque hemos pasado por el mismo proceso de gentrificación, sigue habiendo muchos locales, muchas viviendas, mucha mezcla de residentes, que son de clase obrera, o de clases pobres por debajo de la clase obrera, sub-obrera, muy del Raval, y de la inmigración. Así que seguramente se han perdido espacios por la presión urbanística, pero la gentrificación ha sido parcial.
Hay que pensar en el 93 dónde estaban los artistas en Barcelona, y muchos estaban en la calle Riereta. Si miras el mapa de Tallers Oberts del 93,  había en total 60 participantes creo, o 70, y más de la mitad estaban en la calle Riereta. Otra cosa es que había artistas emergentes, jóvenes, de 25 a 30 años, que ya estaban tirando fuerte, exponiendo en galerías privadas y empezaban a hacer cosas, había todo tipo de artistas, así que no se puede decir que el Raval fuese un barrio de artistas marginales, y pensar que los artistas buenos estaban en otro barrio. Había de todo. En cuanto a técnicas también: videos, fotografía, pintura, escultura, performance… Había una riqueza en el barrio… El barrio ha cambiado, si, pero no es una gentrificación absoluta, solo parcial, aún hay locales bastante baratos… Pero esto es quizá otro tema: Todo el mundo pensaba en esa época que habría un desplazamiento de los artistas de los espacios industriales del Raval, que son espacios de mediados del siglo XIX, hacia el barrio de Pueblo Nuevo, pero lo que pasó es que llegó enseguida el 22@ y la especulación mató y destruyó muchos espacios industriales…  Después hubo el conflicto de Can Ricart, llegaron las normativas de protección del patrimonio, pero en el periodo del 95 al 2005 se perdió muchísimo, y no se creó ese barrio artístico posible e imaginable en Poble Nou, que era el punto siguiente lógico. No se realizó.




T:-En cuanto a Tallers Oberts como evento ¿Qué significado le dabais? ¿Qué objetivos os propusisteis? ¿Quizá lo que me has comentado de fomentar la auto iniciativa?  ¿Pretendíais ser una alternativa a los canales usuales de difusión y socialización del arte? Me refiero a los museos y galerías.

J:-Sí, esto es un punto importante. Lo que a mí más me chocó cuando llegué aquí es la ausencia de auto iniciativa. Había mucha creatividad, pero la auto iniciativa no existía, el artista cedía  la iniciativa a su galerista o a un comisario de una exposición, y la gente respetaba muchísimo los canales oficiales, quizás porque el mercado lo permitía hasta el 92, había esa cultura de la movida, estaba Arco... Nosotros también venimos de todo eso. Pero a mí me parecía que el creador tenía que tener auto-iniciativa; organizarse en Tallers Oberts era una manera para enseñarlo y decir, si, hacemos esto como conjunto pero cualquiera podría hacerlo solo. Se trata sencillamente de decir: He hecho una obra, creo que es buena y quiero que la gente venga a verla, crear un dialogo, hacer unos posters e invitar a los amigos—pero la gente no lo hacía, el estudio era un lugar sagrado, privado.

Se trataba de enseñar mecanismos de auto iniciativa y romper la barrera mental que existía en aquel momento haciendo algo juntos y no esperar la llegada de un tercero… La prensa lo acogió muy bien en ese momento. Hubo una reacción muy positiva. Nos lo trabajamos mucho desde luego, cada año teníamos un encargado de prensa. Quizá el primer año no, pero a partir del 2º  llegamos a hablar en la radio: Radio Nacional, COPE, la SER, CatRadio;  en televisión nacional, documentales en la 2 y el Canal Plus.  A partir del 94 cada año de T.O. había un doble pliego en El Periódico, y acabaron reproduciendo nuestros planos o haciendo sus propias versiones con la lista de participantes, casi reproducían nuestro díptico entero.

Después había otro tema, que era  trabajar los espacios mismos, porque habíamos ocupado un tejido industrial, unos espacios que por sí mismos tenían un valor, un interés patrimonial, no eran tiendas en paseo de Gracia, y que queríamos defender... Reconozco que ese interés era un interés mío, los barrios industriales, la sensibilidad hacia ese patrimonio, incluso estética, -yo soy de una ciudad portuaria- porque seguramente los artistas tenían otros motivos ligeramente distintos a los míos, y les importaba más romper la rigidez de los canales del sistema del Arte. Quizá una de las contribuciones más importantes de Tallers Oberts fue ese intento, y en eso si que coincidíamos todos.


                                             (Nau Art. Edición actual.)

T:-Sobre esto quería preguntarte algo, porque con respecto a las galerías me he encontrado con algunos galeristas que recuerdan Tallers Oberts como una especie de agresión a su figura o su papel ¿Había la voluntad de cuestionar su intermediación entre el artista y el mercado del arte?

J:-No planteamos mucho el tema de vender desde tu estudio, incluso yo creo que en ningún momento llegamos a plantear un discurso en el que dijésemos que queríamos prescindir de los galeristas. Yo tenía amigos galeristas y había artistas participantes que ya estaban en galerías.

T:-Entonces se trataba más de un camino alternativo, complementario.

J:- Si, después si el galerista tenía recelos esto se debía más a la pobreza de carácter del galerista, porque a veces si hay un discurso entre los galeristas bastante pobre. No quiero hablar mal de ellos, pero pienso que la aportación del galerista a la vida cultural, a la vida artística,  está sobrevalorada. No entiendo por qué tienen que ser interlocutores tan importantes en cuestiones artísticas.  Su peso económico es muy bajo, son pocos, pero sobre todo muchos de ellos han ignorado la reflexión teórica alrededor de la obra, con alguna excepción en la producción de catálogos, como la Joan Prats o Carles Taché... Otras galerías pasaban de esto, no les interesaba, no solo el catálogo como soporte para enseñar la obra, sino como soporte de un texto crítico que diese lugar a una reflexión.
 Más allá de esto creo que  la historia ha demostrado, por ejemplo en la cuestión de montar una feria de arte, que la iniciativa de los galeristas de Barcelona es muy pobre.

T:-Si, parece que no hay manera.

J:-El caso de Loop sería una excepción. Allí los galeristas que participaron en su fundación tuvieron una buena visión.

T:-Ahora está Swab también.

J:-Si, Swab podría evolucionar bien aunque ahora está muy lejos de tener la calidad mínima de una feria a la escala de Barcelona. Y tenemos a Vicente Todolí con el encargo de hacer una feria, aunque ahora quizás es el peor momento para pensar en un proyecto así. La cuestión es, y no lo digo con desprecio, que pocos galeristas han participado con generosidad en la vida artística de la ciudad, porque la generosidad en la cultura es básica, la generosidad de espíritu, de planteamientos. Tener una mente abierta, mirar más allá de los propios intereses, participar con los demás… Veo un pequeño cambio ahora con la crisis.  Ahora entro en las galerías y galeristas que no me han hablado nunca me vienen a hablar ¿Por qué? Porque no están vendiendo y ahora tienen tiempo para hablar con todo el mundo, y no era así antes… Pero me molesta pensar que aún hay galeristas que no tienen una actitud más abierta.

T:-Actualmente Tallers Oberts se organiza a través del AFAD y del Ayuntamiento de Barcelona. En aquellas primeras ediciones ¿Cómo os organizabais? ¿Tuvisteis apoyos institucionales?

J:-El primer año no. El primer año éramos 60 personas y cada uno aportó 2000 pesetas (12 €), fueron 120.000 pesetas (800€), y con esto hicimos el díptico y algún póster. El díptico era póster también. No sé si pagamos a alguien ese primer año.  A partir del segundo año si hubo subvenciones, pero subvenciones muy bajas. Tendría que repasarlo, pero el máximo presupuesto que tuvimos fue de 1.200.000 (7200€); Dípticos, posters,  pagar a la persona encargada de prensa,  pagar a las personas que hacían las actividades complementarias, montar conferencias y pagar a los conferenciantes… Los de la junta no cobrábamos, yo no cobré nada.

T:-¿Erais una junta?

J:-Si, el segundo o el tercer año hicimos una asociación cultural: Associacio Cultural Espais per a la Creació. Tallers Oberts. Este era nuestro nombre oficial. Y es curioso, porque este lenguaje es el mismo lenguaje que después, en el plan específico del ayuntamiento de Barcelona que se presentó allá por el año 2006, se usa en lo que llaman a las “Fabriques per a la creació”, como Can Fabra. Todo el proyecto de “Fabriques per a la creacio” acaba utilizando el lenguaje de Tallers Oberts y algún otro grupo de esa época, como Barcelona Taller, después de haber ignorado nuestras reivindicaciones durante mucho tiempo. Barcelona Taller fue un intento de crear un centro de producción artística. Al principio querían ocupar el Convent de Sant Agustí, para más tarde conseguir su cesión. Hicieron proyectos de todo tipo durante un par de años, sobre todo encuentros, exposiciones y Performances.


T:-¿Cómo fue el cambio de la primera forma de organización a la segunda, cuando el AFAD tomo las riendas? ¿Supuso esto cambios en el discurso y  el significado del evento?

J:- La perspectiva nuestra es que se ha perdido la esencia original. Creo que es así… A lo mejor no a nivel individual, cuando un artista participa y lo monta bien, invita a sus amigos y enseña su obra. A este nivel aún puede funcionar, depende del esfuerzo que pongas.
  También ha perdido quizás el encanto del principio, de las cosas nuevas.
Pero para explicar un poquito lo del cambio, después de los primeros 4 o 5 años de trabajar en  Tallers Oberts, con mucho esfuerzo, todo en voluntariado, con pocas subvenciones, llegamos a quemarnos, si, porque dedicamos muchísimo tiempo, meses de trabajo cada año. Recuerdo que tuvimos un despacho en la calle Milans, en casa de Patricia Soler, recuerdo estar allí trabajando… Y es que este fue uno de esos típicos proyectos alternativos, con interés cultural, con una participación masiva, porque incluso montamos Tallers Oberts en Gracia, y cuando empezó Tallers Oberts en Poble Nou nosotros pagamos su díptico con nuestro presupuesto, incluso con Hangar participando, era un poco extraño, nosotros pusimos el dinero para darles el impulso.




  La visión que tuvimos era tener una especie de coordinadora del concepto, y después con esta coordinadora y unas pautas, incentivar a grupos de artistas en cada barrio para que auto-gestionaran un proyecto de Tallers Oberts. Nuestra intención no era ser los organizadores, nuestra intención fue facilitar ideas, pautas y recursos para los diferentes barrios; nunca tuvimos el afán de coordinar en otros barrios, incluso quisimos no coordinar en Ciutat Vella porque la idea era que tenía que ser una cosa auto-gestionada. Llegamos a pedir dinero al ICUB (Instituto de Cultura de Barcelona) para formalizar una pequeña oficina desde la que facilitar las pautas para proyectos -según nuestro modelo- en toda la ciudad. Incluso hablamos de otras ciudades de Catalunya, de Girona por ejemplo. Y en esa época me invitaron por ejemplo a Vitoria, a unos encuentros artísticos, donde hablé de este tipo de iniciativa. Había gente en otras partes de España que se enteraba de esto. Llegó a ser inspirador, pero nunca tuvimos el deseo de ser los organizadores, porque la idea era la autoiniciativa: los que están participando son los que organizan.
Como dije llegamos a quemarnos. Hubo un momento en el que ya no pudimos seguir… Entonces llegó la propuesta desde el ICUB de ceder el proyecto al FAD. Entonces el FAD estaba pasando por uno de sus muchos cambios, acababan de mudarse aquí abajo al Raval, porque antes estaban en la zona alta. El FAD lo asumió como proyecto pero no asumió todo el impulso teórico y conceptual. Creo que hay un punto, que es un intangible, que es lo que hace que un proyecto tenga tensión crítica y dinamismo, y trabajar de forma autogestionada, en un compromiso colectivo- llegamos a ser 15 en la junta- lo produjo. Fue una manera de ganar experiencia en gestión cultural, muchos gestores actuales empezaron en ese tipo de proyectos. Y yo no sé si también en el momento en que lo dejamos no había ya una cierta curva descendiente en la disponibilidad de talleres. Me refiero a la presión urbanística. Los talleres de la calle Riereta estaban bajo esa presión, y se empezaron a perder espacios. Entonces se produjo una cierta percepción de que a lo mejor Ciutat Vella no iba a ser ese barrio importante para los creadores de Barcelona.  Se oía hablar de Poble Nou como alternativa.


Y a partir del 96, con la recuperación económica, hubo muchos artistas que volvieron a confiar en la salida galerística, y aunque seguían en Ciutat Vella ya no abrían sus talleres.
Otra cuestión muy importante que definió Tallers Oberts al principio fue el criterio de participación: tenías que ser artista, no artesano, y tenias que tener un espacio de trabajo, no una tienda. Las únicas excepciones que hicimos a esto fueron los espacios compartidos.

T:-Eso es un cambio muy notable.

J:- Había algún espacio textil o de grabado con personas que hacían un trabajo más plástico, y en ese caso podían participar. En esos casos de espacios compartidos podían participar, esto es importante. Y después el último año pusimos un jurado para hacer de filtro, porque una vez que el proyecto llegó a tener esa fama y esa prensa hubo gente que quiso aprovecharse.

 T:-Es curioso esto que dices. Como he participado varios años sé que hay gente que viene a ver los talleres y se queja de que muchos participantes son tiendas, no talleres; y ahora ya no, pero antes venían artistas para preguntar por cómo nos iba en estas jornadas, con la intención de alquilar durante esos días un espacio y fingir que su taller estaba en Ciutat Vella.

J:-Sí, cosas como esta demuestran el poder de convocatoria que tenía Tallers Oberts, y cómo ha calado en la imaginación de la gente. Era una cosa relevante, y pasaba mucho público y variado. No sé, algunos artistas llegaron a decir que pasaron por su taller en dos fines de semana 600 personas, eso es bastante para un taller… Pero sin llegar a eso podían pasar 100 personas por día, entre ellos galeristas, críticos de arte y la prensa, y claro, la gente quería tener una parte de todo eso… Nosotros el último año, al ver que había esa gente que quería aprovecharse, nos dijimos:  vamos a poner un criterio mínimo de selección, y creo que esto también fue un tema arriesgado, porque nuestra idea era no juzgar la obra, tener una actitud democrática de participación total, de cualquier creador, y no poner un criterio de calidad, eliminar los baremos, y decir: Si tú te consideras artista y tienes tu espacio de trabajo y lo abres, entonces puedes participar,  por eso excluimos  las tiendas.  El FAD, siendo una entidad más dedicada al diseño, no hacía esta distinción. Había mucha más gente: artesanos, grabadores, los que trabajaban en la cerámica, textiles, lámparas, que participaban. Si no me equivoco algún año hicimos apartados especiales donde si hubo algún caso en el que  había más tienda y menos arte, muchas veces por motivos de lealtad, de gente que participó en años anteriores y habían cambiado.
Pero quiero decir que yo soy crítico de arte, en aquel momento era comisario de la Sala Montcada, y yo podría haber ejercido de comisario, podría haber hecho distinciones y recalcar que era lo importante para mi en el arte, incluso ser duro en algunos casos, pero en Tallers Oberts decidí dejar esa parte fuera, porque se trataba de fomentar la participación y no hacer discriminaciones, abrir puertas y romper barreras entre público y creador… Si haces esto, a lo mejor luego no puedes decir: “Si, pero solo participarán estos artistas”, como si se tratase de una bienal y tu fueses el comisario. Es una contradicción importante que existe en Tallers Oberts, siempre, y siempre es un riesgo. Hay ejemplos en todo el mundo. Si miras en Internet por Open Studios verás que hay proyectos de este tipo en todo el mundo, organizados por museos, asociaciones de artistas, galerías, gobiernos, incluso en China hay barrios oficiales de talleres que lo organizan, y vas a ver diferencias de calidad y de criterios en cada sitio, con niveles muy dispares.
Estas contradicciones sobre los criterios no se pueden eludir, no son  superables, y lo que pasó es que el FAD prefirió una interpretación más abierta, e incluir a los artesanos… Está bien…

T:-Si, porque ahora Tallers Oberts es talleres abiertos de artistas y artesanos, no hay una distinción. 

J:-Mi posición en esto siempre ha sido hacer cosas aparte: por un lado artistas y por otro artesanos.
De cualquier modo llegamos a quemarnos tanto que después de dejar en manos del FAD el proyecto y aceptar su continuidad (excepto Francesc Gorgues que siguió unos años haciendo su papel), el resto de los que estábamos al principio nos desentendimos, y no hemos llegado a reclamar nada, no llegamos a decir cosas del tipo, “esto no puede ser, habéis traicionado el modelo que creamos”. No llegamos nunca a hacer este tipo de juicios, porque se entendía que nosotros no íbamos a poder seguir haciendo Tallers Oberts, que lo haría otro y sería bajo su criterio.
 Ahora las cosas han cambiado en Barcelona, porque el concepto de auto-iniciativa está mucho más arraigado. Tenemos un montón de proyectos independientes, y tenemos una sensibilidad sobre el patrimonio industrial mucho más alta. Tenemos nuevas iniciativas, las de micro galerías por ejemplo, galerías en casa particulares como Halfhouse en Poble Nou, o Homesession en Poble Sec, micro galerías como la Galería Alegría,  E.T. Hall aquí en la calle Joaquín Costa, o galerías “hibridas” como Pantocrator o Private Space. El modelo es mucho más variado ahora que entonces. Entonces solo tenías el MACBA, que estaba abriendo, Metrònom, sala Montcada, espai 13, galerías comerciales… y ya está, no había nada más.
Ahora las barreras se han roto bastante, así que no se si aún sigue habiendo una necesidad de un Tallers Oberts colectivo.  Si sigue habiendo la necesidad de que cada creador que está trabajando en su espacio, haciendo lo suyo, sea consciente de que puede perfectamente difundir su propia obra. Eso sí, con las muchas herramientas de difusión individuales: Un blog, tu página web, las redes sociales—y sin coste. Así que gracias a Internet la percepción que hay sobre la auto publicidad también ha cambiado, porque antes la auto publicidad era vista como una cosa vulgar, eso de hacerte unos dípticos e invitar a tus amigos a tu espacio era una vulgaridad. 




 Algunas de las razones o motivos de Tallers Oberts han cambiado; pienso que sigue habiendo esta razón: si tú tienes obra que mostrar y no estás satisfecho con la manera de funcionar del sistema galerístico, o haces exposiciones pero tienes otra obra que no le interesa a tu galerista pero a ti si, pues lo enseñas, y el concepto de Tallers Oberts es una herramienta útil a nivel particular. Te puedes reunir con 4 amigos y montarte una web; y es imposible viendo una Web, digamos de una galería muy alternativa, saber si estás ante un espacio de 20 metros cuadrados o de un  Kuntshalle, de hecho puede ser que la Web de la galería pequeña sea más atractiva. Todas estas herramientas en aquellos momentos no existían. Por eso pienso que a lo mejor una buena parte de la necesidad de hacer Tallers Oberts actualmente  se ha perdido.

T:- Pues esa era una de las últimas preguntas creo, la de tu percepción sobre el Tallers Oberts de ahora. ¿Sería entonces que una parte de su razón de ser se ha perdido por las formas de difusión alternativa que se han generalizado tanto, pero por otro lado, a la vez, sigue teniendo una razón de ser como alternativa física para mostrar tu obra?

J:-Si, una alternativa física y una alternativa particular de cada individuo como creador.


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